Juntos en la Aventura

Un blog de Angela Posada-Swafford sobre ciencia, exploración y las cosas extrañas con que me encuentro durante algunos de mis reportajes./ A BLOG ABOUT COOL SCIENCE, EXPLORATION, AND SOME PERSONAL ADVENTURES IN SCIENCE REPORTING.

sábado, 4 de julio de 2009

El fondo del abismo, ¡finalmente!



Aún no entiendo por qué fue tan poca la publicidad que se le hizo a una de las hazañas tecnológicas más significativas en la exploración de los océanos. Fue hace un par de meses, a lo sumo: el sumergible no tripulado Nereus, del Woods Hole Oceanographic Institution, llegó al punto más profundo de los mares: -10,911metros, en la Fosa Challenger, dentro del sistema de trincheras marinas de Las Marianas, frente a la isla de Guam en el Pacífico. Sólo una vez logramos llegar a ese punto, y eso fue hace prácticamente 50 años, con el batiscafo tripulado Trieste, ya que el sumergible japonés Kaiko se perdió durante una inmersión en 1995.

El logro de haber regresado a esa profundidad lo comprenden quienes saben de lo que es capaz la presión hidrostática. A -10,911 metros, la fuerza implosiva del agua es tal, que es equivalente a tener un jet jumbo con todo y pasajeros en cada centímetro cuadrado del cuerpo. Esa, (y el poco dinero dedicado a la exploración de los mares) es la razón por la cual sabemos más acerca de la superficie de Marte que acerca de los puntos más profundos de nuestro propio océano. Un cuerpo humano desprotegido a esa profundidad pronto quedaría convertido en una pulpa irreconocible.

Y sin embargo, cuando uno de los ingenieros de la expedición me mostró hace una semana los videos aun inéditos tomados por las cámaras de Nereus, quedé asombrada al ver la presencia de pececillos casi transparentes y otras sombras que pasaban tras las poderosas luces LED del aparato. Allí abajo, a casi 11 kilómetros de profundidad, hay vida. Mucha más vida de la que nos imaginamos. Fue emocionante ver ese video –que en algún momento de este año supongo que será hecho público para Discovery Channel, cuyas cámaras estaban a bordo del buque de la expedición—pues sabía que estaba viendo fauna que nadie ha visto nunca antes.

Los diseñadores de Nereus llevan una década esperando y recogiendo cada uno de los adelantos tecnológicos necesarios para llegar al fondo del abismo: un sumergible operado remotamente con la posibilidad de andar en forma autónoma, haciendo mapas del lecho oceánico como un orbitador toma datos del suelo marciano desde arriba. Un aparato que además de ello es capaz de posarse sobre el suelo, para hacer estudios precisos de un punto exacto. Nereus tiene un sistema de esferas de cerámica para aligerar su peso; tiene luces LED, que usan menos energía y dan más luz; tiene baterías que pesan menos y duran más; pero especialmente, Nereus tiene un delgado cable de fibra óptica, no para ser controlado desde arriba, sino simplemente para mandar y recibir información en tiempo real. Desde fotos y video, hasta órdenes de desplazamiento.

En una era en la que las herramientas de la astronomía y la exploración espacial salen casi a diario en las noticias, es bueno volver los ojos hacia el otro lado. Y celebrar esta magnífica hazaña de Nereus y de Woods Hole. Para mí, esto ha sido equivalente a posarnos en el suelo de Europa o Titán. Sólo que nadie parece haberse dado cuenta.

2 comentarios:

Blogger Dean ha dicho...

A mi también me llama mucho la atención, hacia el espacio se llega cada vez más lejos, pero las profundidades marinas siguen siendo un misterio por descubrir.
Un saludo.

lunes, julio 13, 2009  
Blogger VdT ha dicho...

Lo cierto es que es toda una hazaña. Se me ocurren algunas posibles razones para que no haya impactado tanto como era de esperar:
- Campaña informativa o "de marketing" mal planteada: quizá no se haya sabido vender la noticia (no me refiero al Discovery Channel, si no a medios no especializados).
- Poco interés en los medios no especializados
- Pero se me ocurre otra, creo que la fundamental: no iba tripulado. Si, igual que el Trieste, se hubiese tratado de un descenso tripulado al abismo abisal... ¡Otro gallo cantaría!

Saludos

lunes, septiembre 28, 2009  

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