Juntos en la Aventura

Un blog de Angela Posada-Swafford sobre ciencia, exploración y las cosas extrañas con que me encuentro durante algunos de mis reportajes./ A BLOG ABOUT COOL SCIENCE, EXPLORATION, AND SOME PERSONAL ADVENTURES IN SCIENCE REPORTING.

martes, 14 de agosto de 2007

Y todo en nombre de los delfines



Los voluntarios del Marine Mammal Conservancy, un grupo en los Cayos de la Florida dedicado a acudir en ayuda de los mamíferos marinos cuando se varan en estas costas, recibimos entrenamiento gratuito un par de veces al año para estar preparados a la hora de un episodio de éstos (una experiencia que por lo general es intensa y algo dramática). Las clases incluyen desde aprender cómo sujetar a un delfín y cómo no hacerlo, hasta cómo transportarlo, cómo alimentarlo, cómo rescatarlo, y nociones básicas de necropsia de campo, entre otras cosas.

La semana pasada nos metieron de lleno a la cocina: había que aprender a escoger, clasificar, comprar, pesar, y preparar el pescado que se les da a los delfines perdidos (es exactamente la misma dieta que se les da a aquellos que están en cautiverio en los delfinarios). No es tan fácil como suena. Saber cuándo el pescado congelado no es de buena calidad, o el pescado fresco está pasado no siempre es obvio. Hay que tener cuidado de no sobre alimentar a los delfines, o no sub alimentarlos. Hay que evitar acostumbrarlos a un mismo alimento, hay que saber cómo descongelar un pescado, y hay que saber cómo entregárselo al delfín (por ejemplo, eso de golpear el agua con el pescado para llamar la atención del delfín, no se hace).

Pero lo que no me esperaba es que la prueba más complicada consistió en la última: lavar los baldes de acero inoxidable de tal manera que no quedara una sola escama pagada a ellos (ni en el resto de la cocina). Vale decir que la experiencia me hizo sentir que estaba en la escuela naval: Tres veces le mostré orgullosamente mi lustroso balde al profe, quien lo miraba levantando una ceja, señalaba una sombra microscópica y decía: “Escama. Regrese al lavaplatos”. Que conste que yo lavo mis ollas juiciosamente cada noche. Pero esta vez aprendí que las dichosas escamas de pescado se pegan como el demonio. ¡Y tampoco se ven! Pero hay que quitarlas a toda costa porque se convierten en un cultivo de bacterias que fácilmente puede terminar matando al delfín que pretendemos alimentar. A la quinta vez regresé donde el profe, con el brazo adolorido de tanto fregar el balde “de abajo hacia arriba”, como nos explicaron. El me miró sin contemplaciones, levantó una ceja y dijo: “Jabón. Regrese al lavaplatos”.

Ahora tengo un respeto renovado por toda esa gente que trabaja al cuidado de los mamíferos marinos en los acuarios. También estoy segura de que aquellos a quienes no les gusten: uno, el olor a pescado, y dos, tener que lavar ollas, no tienen cabida en un centro de rehabilitación de delfines. Pero cuando una de estas criaturas se acerca a saludar tan pronto como uno aparece a la orilla de su piscina, ¡a uno se le olvidan los músculos adoloridos y las camisetas que ha debido botar a la basura!

4 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Formidable labor, Ángela. A mí me encantaría poder hacer algo así para ayudar a los animales (me da igual la especie), aunque me tuviera que hartar a limpiar. Ja, ja, ja.

Un saludo

jueves, agosto 23, 2007  
Blogger angela ha dicho...

Es una belleza, de acuerdo. La semana pasada la clase consistio en aprender a decidir a cuales animales salvar y a cuales dejar morir, en caso de un varamiento masivo. (Basicamente lo mismo que hacen los medicos de campana en los campos de batalla).

Una decision dificil.

jueves, agosto 23, 2007  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Me imagino que los criterios para salvar a unos individuos y dejar morir a otros se basarán en su estado de salud, no?

Estoy segura de que es muy duro.
No se podría intentar salvar a todos (sé que si se elige es por algo, pero no sé...)


Saludos ^^

viernes, agosto 24, 2007  
Blogger angela ha dicho...

A diferencia de lo que uno podria pensar, los que estan en mejores condiciones de salud es a los que hay que salvar primero. La razon es que el 80% de los mamiferos marinos que mueren durante un rescate tras el varamiento mueren durante el transporte. Son momentos muy estresantes para el animal. Entonces los mas enfermos seguramente no van a poder resistirlo.

Por eso hay que buscar a los delfines o ballenas con los ojos claros y activos, con una respracion casi normal, con un pulso casi normal, y dejar para despues a aquellos con los ojos nublados (lo que podria ser una senal de dano cerebral o barotrauma), los que no responden a los estimulos, y los que presentan laceraciones extremas..

viernes, agosto 24, 2007  

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